

Paris
Season 1 Episode 7 | 1h 15m 1sVideo has Closed Captions
When Alberto and Ana join Raúl on a trip to Paris, Cristina shows up unexpectedly.
When Alberto and Ana join Raul on a trip to Paris, Cristina shows up unexpectedly. To escape Don Francisco’s harassment, Luisa turns to his wife.
Problems with Closed Captions? Closed Captioning Feedback
Problems with Closed Captions? Closed Captioning Feedback

Paris
Season 1 Episode 7 | 1h 15m 1sVideo has Closed Captions
When Alberto and Ana join Raul on a trip to Paris, Cristina shows up unexpectedly. To escape Don Francisco’s harassment, Luisa turns to his wife.
Problems with Closed Captions? Closed Captioning Feedback
How to Watch Velvet
Velvet is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.
Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship-¿Qué has descubierto?
-Yo hago usted razón, madre.
Sigue con Ana, les he visto besarse antes.
Cree que mi madre le pagará bien por esas fotografías, pero lo cierto es que no lo hará.
Si su madre no me paga, encontraré que me compre las fotografías.
Bueno, pues ya la ha encontrado.
Tu marido tiene una cama en el hospital gracias a mí.
Y yo se lo agradezco.
Si quieres que tu marido siga allí, ven a verme a esta dirección.
Si no vienes, todo lo que tienes que hacer es renunciar a lo que te he proporcionado.
Tú decides.
-No quiero esperar más.
-Es demasiado pronto.
Imagínate que descubre que solo eres un farsante que ha venido a llevarse su dinero.
Mañana.
Si no pago toda la duda, van a matarme.
¿Cuándo vuelven a por el dinero?
-Mañana.
-Bien, me encargaré de todo.
[♪ música jazz] Yo nunca había mentido a Pedro.
No lo había engañado en la vida, se lo juro.
Lucrecia, ella es Clara, mi secretaria.
-¿Por qué me quieres, Pedro?
-Eso no se elige.
Eso se siente y ya.
No sé si hice bien la otra noche.
¿Por qué dices eso?
Porque si Pedro fuera el hombre de mi vida, yo ahora lo tendría que ver más claro que nunca.
Lástima de ese novio suyo.
Le voy a pedir que se case conmigo.
-No, no, te estás precipitando.
-No, no, que no, que son seis años, es el momento justo.
Ha venido un hombre a hablar conmigo.
Pues hablo de Cuba, señora.
Le aconsejo que siga el ejemplo del difunto Rafael.
Con esto será suficiente para no tener -que verme nunca más.
-Está todo, puede contarlo.
Y ahora haga el favor de no volver para aquí.
-¿O qué?
-Aquí no, Francisco, se lo pido, por favor, aquí no.
-Doña Blanca.
-Quiero que diseñe la nueva colección para Galerías Velvet.
Mañana, don Alberto Márquez y el señor de la Riva viajarán a París.
Allí adquirirán las telas con las que confeccionaremos los modelos de la nueva colección.
Como asistente del señor de la Riva, tendrá que viajar con don Alberto -y con él a París.
-Por cierto, vas a tener que prescindir de ella hasta el viernes -porque me la lleva a París.
-¿Qué?
Le dije que estaba buscando una tela especial para Cristina y que quería ir a París a encontrarla, que quién mejor que tú para ayudarme.
Lo mejor de todo es que ha dicho que sí, que todo el mundo piensa que es cosa suya.
Yo estoy fuera de peligro.
Hola, Clara.
Te quería pedir un favor.
Es para darle una sorpresa a Alberto.
Llama a la agencia y que te digan cuál es el primer vuelo que sale a París esta noche.
-Muy bien.
-Y si llama a Alberto, ni una palabra.
[♪ música jazz] [♪ Alaba libre & Lucio Godoy: "Falling In Love"] [♪ Aurélien Chambaud & Patrick Vasori: "Paris sur valse"] ¿Qué te parece, Rita?
Chica, desde que hemos llegado pareces otra.
-¿Pareces otra?
-¿No has ido a la recepción?
¡Ana Guivega, has llegado a París!
¿No tienes la sensación de que va a ser el mejor fin de semana de nuestra vida?
Si os parece bien, quedamos aquí dentro de 20 minutos porque os voy a llevar a cenar a mi lugar favorito de mi ciudad favorita.
Raúl, me vas a disculpar, pero no me encuentro bien.
Creo que he cogido frío en el avión.
Me he quedado en la habitación.
¿Pues voy a acompañarme de viaje a las señoritas?
Hombre, yo he venido a París a trabajar, no a hacer turismo, pero bueno, si hay que hacerlo, -pues se hace.
-¿Ana?
Yo es que estoy un poquito cansada, así que me quedaré aquí.
Rita, hemos pinchado en huesos.
Solo quedamos tú y yo.
Bueno, pues Paris la nuit, ¿no?
En 20 minutos aquí.
Que ya voy subiendo las escaleras.
[♪ Aurélien Chambaud & Patrick Vasori: "Paris sur valse"] Pues parece que me encuentro mucho mejor, ¿eh?
Sí.
Por cierto, he reservado una mesa para dos en el mejor restaurante de París.
Te lo digo por si cambias de opinión.
Bueno, igual me animo.
¿Entonces te he pasado a buscar a la media hora?
En 20 minutos.
[hablan en francés] Mucho gusto, garzón.
Yo me llamo Rita.
Mira, Rita.
¿No te parece la ciudad más romántica del mundo?
Hace 15 años Alberto y yo soñábamos con estar aquí juntos y ahora estamos por fin.
¡Es que no me lo puedo creer!
-Ahora vengo.
-¿Dónde vas?
Un momento abajo, a hacer una llamada.
¿Pero si hay teléfono aquí en la habitación?
No, no, no.
Bueno, ¿sabes lo que cuesta llamar desde el cuarto?
No, no, no.
Mejor abajo.
-¿A quién me vas a llamar?
-No te lo digo que me vas a decir que no llame.
Rita.
¡Rita!
Pedro quiere pedirle a mi hermana que se case con él.
¿Y tú se lo quieres quitar de la cabeza?
Pero si eso ya lo he intentado.
Yo lo que quiero es hablar con mi hermana para prevenirla.
Rita, que estamos en París.
Olvídate de Clara, de Pedro, de Madrid, de todos.
Vive tu vida.
Vamos a arreglarnos, que tenemos unas citas.
¿Citas?
Ay, Dios mío, que voy a pasar toda la noche con el señor de la Riva.
Y sola.
¿Pero yo de qué hablo con ese señor?
Nada que tienes tú problemas para hablar.
Y encima con vino, que seguro que va a pedir vino.
Que a mí enseguida me achispa y se me va la cabeza.
Voy a meter la pata a Ana.
¿Y si me da por llamar a Pedro o qué?
Hija, que pesada eres con Pedro, de verdad, ¿eh?
[campanilla ascensor] [silbidos] Clara Montesinos Martín.
No, Clara.
"Clara, ¿te puedo pedir matrimonio?"
No, así no.
"Clara, ¿si te pido que te cases conmigo?".
Clara... -¿Te quieres casar conmigo?
-¿Estás rezando, Pedro?
Perdón, perdón, me he tropezado, me he tropezado.
Pero qué bueno, realmente, si lo piensas, pedirle ayuda a Dios nunca viene mal, porque nunca sabes cuándo la vas a necesitar.
[tintineo] Estaba ensayando, pero por favor no se lo diga a nadie, ¿eh?
-¿Vas a pedírselo?
-Esta noche.
-¿Y ella lo sabe?
-No, no, es una sorpresa.
Estoy deseando ver la cara que va a poner, ¿eh?
Pues nada, Pedro, mucha suerte.
Bueno, no creo que la necesite tampoco, que llevamos muchos años juntos.
Sería muy mala suerte que me dijese que no, ¿no?
Muy mala suerte, muy mal momento.
Con las mujeres nunca se sabe, Pedro.
-¿Cómo?
[campanilla ascensor] -¿Ya has terminado?
-No, todavía -me quedan cinco minutos.
-Vale, pues te espero.
Bueno, si quieres te ayudo por las amarillas.
Pedro, al final me vas a acabar poniendo nerviosa.
Perdón, es que estoy un poquito nervioso -yo también, ¿eh?
-¿Y por qué?
Bueno, ya lo verás.
[♪ Steve Martin: "Honey You"] Pase.
[♪ Steve Martin: "Honey You"] Don Mateo, disculpe.
Si no me necesita, yo ya me marcho.
No, no, no.
Quiero entretenerte en un día tan importante para ti.
-¿Importante por qué?
-Solo voy a cenar.
-Sí, sí, sí.
-Algo me ha contado Pedro en el ascensor.
¿Que Pedro le ha contado que hoy es un día muy importante?
Sí, pero en cualquier caso es algo entre tú y él.
Sospecho que esta noche saldrás de dudas.
Tampoco creo que te cueste mucho imaginar qué es lo que va a pedirte, ¿no?
-Ya.
-Tendrás que darle una respuesta.
Lo cierto es que yo también quería preguntarte algo, Clara, con más experiencia de la que parece.
¿Qué te sugiere la idea de pasar más tiempo conmigo?
¿No cree que diez horas al día es más que suficiente?
He querido decir fuera del trabajo.
-Yo no soy de una cualquiera.
-Esto no se lo propondría a una cualquiera.
¿Y por qué habría de importarle lo que pasa entre mi novio y yo?
Bastante más de lo que crees.
¿Usted está jugando conmigo?
Desde cuando hemos dejado de tutearnos, claro.
¿Cómo crees que me sentí el otro día cuando me hiciste creer que íbamos a cenar los dos y luego?
¿Y luego qué?
¿Me fui con Lucrecia?
-Sí.
-¿Y cómo crees que me sentí antes cuando descubrí que tenías novio y no fue precisamente porque me lo contaras?
[silbidos y golpe] Ahí va, ahí va. ¡Perdón, perdón, perdón!
¿Has terminado ya?
Pues creo que no voy a poder ir, Pedro.
Don Mateo quiere que me quede hasta más tarde, porque quiere que archivemos toda la correspondencia -que hay pendiente.
-No se preocupe, Clara.
No se va a acabar el mundo porque esas cartas esperen un día más.
¿Verdad, Pedro?
-Buenas noches a los dos.
-Muchísimas gracias, don Mateo.
Sí.
Muchísimas gracias.
-¿A primera hora de la mañana?
-A primera hora, sí.
Tengo un asunto personal que atender, así que le rogaría que, si tiene alguna urgencia, hable con Mercedes.
Ella quedará a cargo en mi ausencia.
Perfectamente.
Y espero que ese asunto personal no sea nada importante.
Muchas gracias, don Emilio.
Doña Blanca, me gustaría explicarle lo que ha visto antes en el probador.
¿Le he pedido yo alguna explicación?
No, pero me gustaría dársela.
No quiero que piense que soy una cualquiera, le juro que no lo soy.
La eché de este taller por robar, y si la readmití fue solamente por orden expresa de don Mateo y para atender a don Francisco.
Como lo haga es cosa suya.
[ruido de máquinas] ¡Apaguen las luces!
¡Las luces!
Por favor, atentos.
Escúchenme un momento, por favor.
Hagan el favor.
Como ya les he comunicado al resto de sus compañeros, la joya desaparecida ha regresado a su lugar.
Bien, dije que de ser así no tomaría represalias y voy a cumplir mi palabra.
Eso no significa que tengan ustedes mi confianza.
La han perdido y les aseguro que van a necesitar mucho tiempo para recuperarla.
Mientras tanto, no esperen recibir el mismo trato de antes.
Confío en que tengan claro que para continuar en este trabajo es necesario cumplir con un mínimo de ventas y que el que no lo consiga puede considerarse despedido.
Buenas noches.
Es una suerte que haya aparecido el collar, ¿no?
Así no tendremos que pagarlo.
Así podrás seguir juntando tus ahorros para separarte de tu madre.
Lo dices como si fuera algo malo.
Cuando has crecido sin una madre es difícil entender a alguien que quiera alejarse de ella.
Pues yo tampoco entiendo que alguien que tiene un buen trabajo lo ponga en peligro robando.
Pero supongo que tendrá una buena razón.
¿Crees que he sido yo el que se ha llevado el collar?
Te vi mirándolo.
¿Y por qué no dijiste nada entonces?
Porque no soy una chivata.
Sí.
Lo tengo todo preparado.
Le dije que necesitaba el dinero por la mañana, así que me imagino que iré al banco a primera hora.
Ven.
Nos vemos allí.
Perdona, estaba buscando a Pedro, Pedro Infantes.
Trabaja aquí, creo que es recadero.
Sí, sí, Pedro.
Creo que se ha marchado ya.
Pepita, ¿has visto a Pedro?
Sí, se fue con Clara al Pausa.
-Lo siento.
-¿El Pausa?
Sí, un bar que hay aquí al lado.
Si quieres te indico.
Pues si me haces el favor.
Uy, esto está muy muerto.
Oye, Pedro, yo creo que no ha sido una buena idea venir.
Pero, mujer, porque es muy pronto aún.
Verás cómo luego se anima.
Y si no, mejor, ¿eh?
Porque así tenemos más tiempo para ti y para mí.
-Voy un momento al tocador.
-Vale.
Juan, en cuanto salga mi novia del baño, empiezas a tocar la canción que te dije, ¿vale?
Esteban, en cuanto Juan empiece con la canción, saca las dos copas de champán junto con el anillo.
Ten cuidado, por favor, que me ha costado un ojo de la cara, ¿vale?
Vale.
Clara... ¿Te quieres casar conmigo?
-Pedro.
-Clara.
¿Quién...?
¿Rosa María?
Rosa María, ¿qué haces aquí?
¿Pero tú no seguías en el pueblo?
He venido a buscarte.
Tenemos que hablar.
Bueno, hablamos otro día, de verdad.
Que yo tengo muchas cosas que hacer.
Está Clara, mi novia.
¿Sabes que tengo novia, no?
Sí, sí, sí.
Ya sé, Pedro.
Pero es que es importante.
Pero ¿podemos hablarlo otro día, por favor?
Es que hoy no podemos.
Yo me alegro de que todo te vaya muy bien, pero es que va a salir Clara del baño y yo tengo aquí un... -Se llama Manolito.
-Muy bien.
-Es mi hijo.
Bueno, mi hijo y el tuyo.
¿Mi hijo?
No puede ser, no puede ser.
O sea, solo lo hicimos una vez tú y yo.
No, ya ves que me has tocado una vez.
¿Has visto cómo se parece a ti?
Clara, Clara.
Una de mis canciones favoritas.
Rosa María, pero chica, ¿qué haces tú aquí?
El mundo, que es un pañuelo.
¿Me dicen eso?
-Sí, eso dicen.
-Bueno, yo ya me voy.
No, no, no, no, mujer.
Para un día que nos vemos, ¿verdad, Pedro?
Sí, pero a lo mejor tienes muchas cosas que hacer Rosa María en el pueblo, ¿no?
Ah, tú no le hagas mi caso.
Tú te quedas.
[susurrando] No, no, no, no, no, no... -Dime, ¿qué quieres tomar?
-Nada, nada de verdad.
Casi mujer, yo invito.
¿Un vermouth con agua de seltzer?
Eh, por favor, dos vermouths con seltzer y para mí un Manhattan.
[♪ música francesa] Por si tienes tiempo, te dejo una guía de mi París.
Cristina.
[♪ continúa música francesa] Ya estoy.
¿Y toda esta gente?
Quiero que todo París se entere de que existes.
[habla en francés] Que te quiero.
Todavía no me puedo creer que estemos aquí, Alberto.
¿Sabes la cantidad de veces que soñé con este momento?
[aclara garganta] Estaba todo a su gusto, señora.
[habla en francés] Si sigues hablando en francés, me voy a volver loco.
[habla en francés] ¿Cómo?
[habla en francés] [♪ música suave] Alberto.
Coco Chanel.
-De verdad, te juro.
-Eso es imposible.
Lo que faltaba para una noche perfecta.
Así que yo preparando toda la noche aparece una mujer que se parece a Coco Chanel y la convierte -en la noche perfecta.
-No, no, no, que se parece, no.
-Que era ella.
-Qué injusta es la vida.
El final perfecto de una noche perfecta.
¿El final?
Te voy a sacar a bailar.
¿Aquí?
[tocan concertina] ¿Has visto qué canción está tocando?
[continúa sonando concertina] Ojalá todos los días de mi vida fueran así.
Lo serán.
Te lo prometo.
En cinco minutos nos cierran la puerta, así que tenemos que irnos.
-Me ha alegrado mucho verte.
-Y a mí verte a ti.
-Hasta otra.
-Sí, ya sabes dónde estoy.
-¿Vamos?
-Sí.
Nos vemos mañana, a las 10 de la noche, en Retiro.
Bueno.
¿Qué prisa te ha entrado ahora, Clara?
No me voy a quedar de chachara con Rosa María, -como tú comprenderás.
-Ha sido tú la que ha insistido -en la que se quedara.
-¿Has visto lo visto?
Me habías dicho que hoy iba a ser una noche especial, que no digo yo que haya sido corriente, pero vamos.
Mula.
Buenas noches, Pedro.
Vale.
Perdón, perdón.
[♪ música nostálgica] ¿No crees que es hora de dormir?
Yo podría decirle lo mismo, don Emilio.
Podría, si no fuese porque hay algunas diferencias significativas entre usted y yo.
Una de ellas es que yo soy viejo, ¿sabe?
Y con la edad uno necesita menos horas de sueño.
Ya lo irá aprendiendo.
¿Cuánto tiempo lleva trabajando aquí?
Treinta años y casi tres meses, desde que se abrió el negocio, ya por el año 1928.
Eso es mucho tiempo.
Otra diferencia significativa.
Usted y doña Blanca llevan aquí desde el principio, ¿verdad?
No, doña Blanca llegó un poco más tarde.
Y en el 1935 estuvo un tiempo fuera preparándose, como deberían hacer todos nuestros empleados.
Treinta años y un solo trabajo.
Y yo me he cambiado de cinco en este último año.
No importa el número, lo importante es el motivo.
Tal vez no había encontrado el lugar donde quedarse.
-Y creo que es este.
-Dígamelo usted.
Es usted un buen vendedor, un poco descarado, pero eso se corrige si es esta vida la que quiere.
Piénselo, hay decisiones que nos acompañan para siempre.
Y ahora váyase a dormir.
[♪ música jazz suave] Buenas noches, don Emilio.
[♪ música jazz suave] [ruido al mover algo] [♪ música nostálgica suave] ¡Patricia!
Parece que hoy no tenías mucha prisa en llegar a casa, ¿no?
Soy independiente, madre.
Estaba trabajando.
Hmm.
No, y yo me alegro mucho de que te tomes tan en serio tu trabajo.
¿Sabes por qué, hija?
Porque llevo muchos años pendiente de que des los pasos adecuados en el momento adecuado.
¿Sabes qué pasa, madre?
Que por mal que le parezca, mis pasos los doy yo.
A mis espaldas.
Ya me he enterado de eso.
¿Sabes lo que hay aquí, hija?
Las fotografías de tu hermano besándose con la costurera.
Las mismas que has intentado comprar a mis espaldas.
No se haga la ofendida, madre.
Usted nunca confió en mí.
Además, no debería extrañarle que intente conseguir lo que quiera por mi cuenta.
Ya sabe lo que dicen.
De tal palo... Cállate.
Ni tú ni tu hermano merecéis ocupar el sitio de tu padre.
Y si él estuviera vivo y pudiera ver este espectáculo, me daría la razón.
[exhalación] Cuando tu hermano vuelva de París, ya dará cuenta de sus errores.
Buenas noches.
[♪ Stephane Huguenin: "Sacha N'Aime Pas Le Cha Cha"] ¿Cuánto llevas ahí?
Un rato.
-No sabía que roncabas.
-Oye, que yo no ronco.
Un poco, un poquito.
Es un ruido así muy... -No.
-No.
-¿Dónde vas?
¿Dónde vas?
A ducharme, a vestirme, a trabajar.
Eso será después de cinco minutos más en la cama.
Llevo toda la mañana preparando el desayuno.
Sí, claro.
Bueno, pues si es por el desayuno me quedo, -que tengo hambre.
-¿Solo por eso?
Sí.
Desde luego.
[habla en francés] A Galerías Velvet.
Sí.
[habla en francés] Venga, Rita, ¿qué pasa?
-¿Tanto te aburres en París?
-¿Qué dices?
Si esto es un no parar, pero como ayer me contaste lo de bueno, que ya sabes, pues tenía curiosidad por saber cómo ha ido todo.
-Anoche al final no pasó nada.
-¿Pero le pediste matrimonio?
Qué va, mujer.
Si se torció la cosa.
Si te cuento no te lo vas a creer.
Pues nada, no te lo cuento.
[♪ André Georget: "French Cancan"] ¡Rita!
Si eso no es una cara de sorpresa, que venga Dios y lo vea.
Es que verla a usted aquí en París, no me lo esperaba.
Yo también me alegro de verte, Rita.
¿Sabes cuál es la habitación de Alberto?
No, no, yo no me sé ni la mía.
[habla en francés] [♪ continúa André Georget: "French Cancan"] [♪ música relajante] [♪ continúa André Georget: "French Cancan"] [toques a la puerta] Señorita, su desayuno.
¿Qué pasa?
¡Lo peor!
¡Lo peor!
¿Dónde están tus cosas?
¿Dónde están?
¿A dónde?
¿A dónde?
No entiendo nada, ¿qué pasa, Rita?
¡Vete ya y abre!
[♪ André Georget: "French Cancan"] ¿Me vas a decir lo que me salió?
Que está aquí.
Eso, eso.
¿Que está aquí quién?
[♪ música finaliza] ¡Sorpresa!
Que quería darte una sorpresa, pero pensaba que ya estarías listo.
Me iba duchar ahora.
Empezamos a trabajar en 30 minutos.
Pasa, pasa, por favor.
Tardo cinco minutos.
Rita, es que no me lo puedo creer.
Toda la vida soñando con estar con él en esta ciudad y precisamente tiene que aparecer ella.
Lo importante es que era quien quieres a ti.
Ya, pero esto va a pasar de ser el viaje de nuestra vida a ser el viaje en el que apareció ella.
Bueno, piensa que hoy a solas a solas como que no ibais a estar, que igual se te ha olvidado.
Pero tenemos que recorrer todos los almacenes -textiles de París.
-¿Pero cómo se me va a olvidar?
¿Qué hago yo en París si no sé elegir la tela del vestido de novia de la señorita Otegi?
Ya estás tardando.
Rita, hoy doña Rita, asistente principal del diseñador de la Riva, ¿ah?
¿Una noche en París?
¿Y qué aire estarás ya, no?
Una noche, pero no sabes qué noche.
No te la cuento ahora porque no es el momento.
Pero dice Raúl que una semana más y aprendo francés como el mismísimo Víctor Hugo.
Que no sé quién será, pero será alguien muy importante, digo yo.
Venga, deja de pensar, Cristina.
Que seguro que Alberto se las ingenia para que estéis juntos.
¡Vamos!
Han traído un desayuno para dos.
Ah, gracias, ayer me trajeron una cena para tres.
Mi francés, que está oxidado y da de sí lo que da de sí.
Al final me acaban trayendo cualquier cosa.
Bueno, al fin y al cabo es un desayuno para dos.
Qué suerte, ¿no?
¿Desayunamos?
[habla en francés] Ha madrugado, madre.
Ayer te dije que iba a ayudarte.
Toma.
Son los ahorros de 20 años de trabajo.
Espero que entiendas el valor que tiene este dinero.
Lo entiendo.
Siempre creí que servirían para algo de provecho.
Y quiero pensar que es así si va a hacer que dejes atrás la vida que llevabas.
No sé qué es lo que has hecho para que te reclamen ese dinero, pero de alguna manera me siento responsable.
No ha sido culpa suya.
No has tenido la educación, ni las posibilidades que ha tenido tu hermana, ni a una madre.
Pero hay veces en la vida en que uno no tiene elección.
Créame que lo sé.
¿Qué está haciendo?
¿Ibas a marcharte sin decírmelo?
Necesito estar lejos de esa gente.
¿Y lejos de mí?
Puedes marcharte todo lo lejos que quieras, pero los problemas no desaparecen por mucho que huyas.
Simplemente te siguen.
Sí, le repito.
Veintiséis, cinco, siete, 58.
-Pues espero su llamada.
-Buenos días, Clara, -con experiencia.
-Buenos días, don Mateo.
Veo que aún no te lo ha pedido.
O eso es que le has dicho que no.
Eso es asunto mío.
-Pero no, no me lo ha pedido.
-¡Qué raro!
-Si no es mucha curiosidad, ¿qué le habrías contestado?
Es que es mucha curiosidad.
-No me habrás mentido.
-Yo, ¿por qué iba a hacer eso?
Pues porque acabas de demostrarme que querías saber lo que le iba a decir, y a mí nadie me ha pedido matrimonio.
Ayer encontré a Pedro en el ascensor con la rodilla hincada en el suelo.
Pero si no me crees lo tienes bien fácil para comprobarlo, aún debe tener el anillo.
Y yo tengo mucho trabajo que hacer, así que cuando esté el listado de ventas de este mes, haz que me lo traigan al despacho.
-Ajá.
Muy bien.
-Gracias.
[♪ Steve Martin: "Honey You"] -¡Clara!
-¿Qué haces aquí?
Te estaba esperando, porque de repente parece que voy a tener una pila de trabajo que no vamos -a poder quedar.
-Ah, bueno, no pasa nada.
-¿No te molesta?
-No.
Hay veces que surgen cosas en la vida, ¿no?
Más en la vida de una pareja, sobre todo.
Porque una pareja tiene que ser muy comprensiva.
A veces que piensas que no va a pasar, pero... Ojo, ¿qué pasa?
Sí, entonces te parece bien, perfecto.
Es que yo pensaba que te ibas a enfurruñar.
-¿Por?
-Porque como decías que la cena iba a ser tan especial y de repente apareció Rosa María.
Sí, pero apareció Rosa María.
Y tampoco era tan especial en la noche.
-¿Ah, no?
-No, una noche más, en el Pausa.
Bueno, pues entonces nada.
-Perfecto.
-Sí.
-¿No?
Perfecto.
-Perfecto, ¿no?
Sí, sí.
¿Ya está todo hablado, no?
-Todo, todo.
-Pues muy bien.
Pues nada, yo me voy que tengo mucho trabajo.
Vale, muy bien.
"Está todo hablado.
Todo, todo, todo, todo, todo.
Salvo que tengo un hijo".
¿No te lo había dicho?
Sí, es que tampoco lo sabía.
Siete años, Manolito.
"Yo te quiero mucho, Clara.
Y yo me quiero casar contigo.
Espero que no te moleste que tengo un hijo".
¿Cómo no le va a molestar que tenga un hijo, Pedro?
Por el amor de Dios bendito.
[♪ música jazz suave] Un café, por favor.
¿Dónde te habías metido?
Llevo más de una hora esperando.
No quería que me vieran salir.
¿Traes el dinero?
La mitad de lo que Blanca tenía en su cartera, tu parte.
-¿Qué vas a hacer con ello?
-Irme todo lo lejos que pueda.
A América.
Puedes venir conmigo.
No.
-¿Y qué vas a hacer aquí?
-Empezar de cero.
Espérame fuera, voy a hacer una llamada y nos marchamos.
♪.
¿Puedo cambiarme?
La cartera, la tenía aquí en el bolsillo, me la han robado.
¡Ha sido él!
-¡Me ha robado la cartera!
-¡Cierra la puerta!
-Quieto ahí.
-¡Quieto, quieto!
Le digo que yo no he hecho nada.
Ha sido denunciado por el robo de 5000 pesetas.
Yo no he robado nada.
Supongo que podrás explicar de dónde he sacado todo este dinero y el billete de tren que va con él.
Llévenselo.
Te arrepentirás, miñosa.
¡Te arrepentirás!
Acérquese usted.
Ha tenido suerte de darse cuenta.
-Es mucho dinero.
-Sí.
Los ahorros de mi madre, veinte años de trabajo.
Tenga que venir a la comisaría a ponerle la denuncia.
Sí, por supuesto.
[murmullos] Ay, no lo sé, Rita, de verdad.
Rita, Ana, ¿qué tal?
Muy bien, señorita Cristina, qué sorpresa, no esperaba verla aquí.
Bueno, es que he pensado que era un viaje muy importante y que Alberto necesitaba mi apoyo.
No, en realidad he pensado en mí, porque una noche en París con Alberto me parece el plan más romántico del mundo.
He reservado a mesa en Le Petit Point.
Me han dicho que Coco Chanel es habitual, ¿os imagináis que nos encontramos con ella?
-¿Y vosotras qué tal?
-¿Listas, señoritas?
Espero que estén preparadas para lo que hoy van a ver, sobre todo si son creyentes, porque las telas que les esperan son pecado mortal.
-Doña Rita.
-Señor de la Riba.
Luisa, deje lo que está haciendo.
Doña Cayetana y su esposo la esperan en el probador.
No me encuentro bien.
¿Podría mandar a otro?
Sabe muy bien que esos señores siempre la reclaman.
Vamos, suba.
Este es el encargo de doña Ángela, ¿verdad?
-Sí.
-En cuanto esté listo, me lo entrega.
[grito] -¿Qué le ha pasado?
-Me he caído.
¿Pero cómo ha podido hacerse esto?
No lo sé, me he cortado.
Consuelo, suba usted al probador a atender a doña Cayetana.
Venga conmigo.
Rápido.
¡Oh, Dios!
Esto no es de recibo, Cayetana.
Es lo único que he dicho.
¿Y qué culpa tiene esta muchacha, Francisco?
-¿Puedo servirles en algo?
-¿Por qué no está aquí Luisa?
Luisa ha sufrido un pequeño accidente.
Un corte.
Pero pueden estar tranquilos.
Consuelo está perfectamente capacitada para completar -las composturas.
-Pues tendrá que estar acabado esta misma noche, aunque sea última hora.
El bautizo es mañana.
Consuelo lo acabará, no se preocupe.
-Y ahora sí me disculpa.
-Doña Blanca.
y Luisa nos lo entregará a última hora.
Cuando vengamos a recogerlo.
Luisa ha tenido un accidente y no va a poder ocuparse de esto.
Creo que no me ha entendido bien.
Eso no es lo que yo he hablado con don Mateo.
Le he entendido perfectamente, don Francisco.
Me parece que es usted el que no me está entendiendo a mí.
Si quiere una modista, aquí tiene una.
Pero si quiere otra cosa, va a tener que buscarla fuera de mi taller.
Hablaré con don Mateo.
-Hágalo.
-Buenos días.
¿Se presentó ahí sin avisar?
Esa mujer no deja de sorprenderme.
Espero que no tenga pensado que va a ser un fin de semana de excursiones parisinas.
Ya.
De la Riva encontró lo que buscaba, sin arruinarnos.
Eso es justo lo que quería oír.
Espero que, faltando yo, seas tú quien ponga un punto de cordura.
Bien.
Vale.
Hablamos.
Ah, una cosa importante.
¿Por qué no juntas a las dos para cenar?
¿No dices que a Cristina le cae fenomenal Ana?
¿A lo mejor conviertes el fin de semana romántico para dos en un fin de semana salvaje para tres?
Hay una opción más salomónica, pero creo que no te iba a gustar.
[golpes a la puerta] Un momento.
¿Sí?
Don Mateo, disculpe.
Don Francisco está aquí, dice que quiere hablar con usted, que es urgente.
Ah, que pase.
Te dejo que alguien tiene que hacerse cargo de esta empresa, mientras vosotros os gastáis los pocos fondos que nos quedan.
Tráeme algo caro.
[conversaciones indistintas] [ruido de máquinas] [♪ Laurent Lombard: "Come On Ladies"] Bienvenidos a Galería Velvet.
Mi nombre es Maximiliano Expósito, pero me pueden llamar Max.
Estoy aquí para ayudarle, síganme.
[♪ continúa Laurent Lombard: "Come On Ladies"] Gracias.
Qué sorpresa verte por aquí, Pilar.
-¿Quieres una copa?
-No, no, muchas gracias.
Tengo algo de prisa.
Solo que me quedaba de camino y no quería dejar pasar la ocasión de felicitarte.
¿Felicitarme?
He leído que tenéis una nueva incorporación en las galerías.
Raúl de la Riva.
Mi hermano debe estar revolviéndose en su tumba.
Claro que supongo que, Alberto.
Quiere dar cabida a nuevos talentos, ¿verdad?
Pues sí, ya sabes que mi hijastro tiene sus propias ideas acerca del negocio, sí.
Bien, pues ahora solo queda que podáis pagar sus servicios.
Mira, si hay algo de ti que siempre he envidiado, Pilar, es tu sentido del humor.
Pensé que ibas a decir mi dinero.
Como la última vez que nos vimos casi me suplicaste que te ayudase.
¿Suplicando yo?
No tienes que disimular conmigo, querida.
Ah, no, no, Pilar, no es que disimule, es que sencillamente no recuerdo muy bien la última vez que nos vimos.
Por suerte, yo mantengo mi memoria intacta.
Y no soy la única.
Claro que también entiendo que tú prefieras olvidar algunas cosas.
No me lo dijiste, pero... me informaron de que alguien te chantajeó.
Alguien que sabe muchas cosas de tu pasado y del de Rafael, cosas que interesarían mucho a mi sobrino Alberto.
Aunque también imagino que pudiste pagarle lo que te pedía.
Porque que yo sepa, no ha desvelado tus secretos.
Por ahora.
No se te ocurrirá.
Que pases un buen día, querida.
[conversaciones indistintas] [ruido de máquinas] Doña Blanca, ¿puedo hablar con usted un momento, -por favor?
-Por supuesto.
Don Francisco ha venido a quejarse personalmente.
¿Qué ha pasado con Luisa?
Luisa se ha cortado y no estaba en condiciones de atender a doña Cayetana.
Me ha insistido en que sean cuales sean las circunstancias, no quiere que los atienda nadie más que Luisa.
Con todo respeto don Mateo, soy yo quien decide eso.
Si como jefa del taller no cuido de mis chicas, ¿quién va a hacerlo?
¿Don Francisco?
Don Francisco paga una generosa cantidad a este negocio.
Y le recuerdo que si este taller continúa abierto es gracias a clientes como él.
Que pagan una enorme cantidad de dinero y por adelantado para recibir el trato que esperan.
No voy a perder un cliente tan especial, Blanca.
Eso es precisamente lo que me está empezando a parecer, que es muy especial.
¿Qué quiere decir con eso?
Nada.
Don Francisco es un hombre muy influyente, no queremos tenerlo en nuestra contra, se lo aseguro.
Ni usted, ni Luisa, ni yo.
¿Y le parece propio exigir que una muchacha con una herida en la mano tenga que ponerse a coser?
[♪ música jazz suave] Ocho mujeres trabajando y no oigo una sola máquina.
[ruido de máquinas] Muchas gracias, doña Blanca.
No pierda el tiempo en agradecimientos y vaya buscándose otro empleo.
¿Cómo dice?
Yo no la voy a echar, pero no puedo defenderla eternamente.
Y si lo que vi en el probador no fue consentido -de su parte.
-Claro que no lo fue.
Y si no lo he dicho es por vergüenza.
Podría haber ido a la policía, pero... No serviría de nada.
Los hombres como él están muy bien relacionados.
Pero si quiere detenerlo, lo primero que debería hacer es renunciar a sus favores.
Y ahora haga el favor de ir al médico a que le miren esa mano.
Una modista que no puede cosernos de mucha ayuda.
[♪ continúa música jazz suave] Muchas gracias, Luisa.
Bueno, por cierto, ¿cómo te encuentras?
Doña Blanca dijo que había sufrido un accidente.
Un corte, no ha sido nada.
Voy ahora al médico.
Lo siento no haberles podido atender.
Espero que Consuelo lo haya hecho bien.
Sí, lo ha hecho muy bien, no te preocupes.
Muchísimas gracias, Luisa.
Tú siempre tan amable y solicitada.
-¿Doña Cayetana?
-Sí.
Eh, ¿podría hablar con usted un momento?
Sí, claro.
Es... Bueno, no querría molestarlas, pero... No, no, en absoluto.
Cualquier cosa que tengas me la puedes contar.
Es sobre... Es sobre don Francisco.
Me hizo ir a verle a una pensión.
Yo pensé que me quería ayudar, que con eso del empleo y con lo de mi marido, pues... Francamente, querida, no sé qué tipo de educación nos dan a los jóvenes de ahora.
¿Quién da algo a cambio de nada?
Mi marido se ha encaprichado de ti, sí y qué.
Lo cierto es que no eres la primera ni serás la última.
Pero, doña Cayetana, ¿cómo...?
¿Pero cómo puedes ser tan desagradecida?
¿Te parece un precio demasiado alto dar gusto a mi esposo después de todo lo que hemos hecho por ti?
Tendrías que sentirte afortunada.
Pero lo que hace es un marido, es horrible.
Bueno, si tanto te disgusta, podrías haber dicho que no.
[puerta del carro se abre] [cierran puerta] [carro acelera] Nunca te había visto esa cara, ¿es que no vas a decir nada?
Hoy no tengo mucho que decir, la verdad.
No.
¿Qué pasa?
-¿Quién es?
-Susú Miravelle, es una de mis mejores amigas de siempre.
Pues ¿qué le diría?
Max, no diga tonterías, solo que no quiero que me vea así.
Ni ella ni ninguna de mis amigas saben que trabajo.
Lo dice como si trabajar fuese algo vergonzoso.
De dependiente te aseguro que lo es.
Hay cosas mucho peores, se lo aseguro.
Por favor, señorita, si pudiera enseñarme lo que tenga entrapeados.
Es para un vestido de ceremonia.
Naturalmente.
Pero si no es mucha molestia, pídaselo a mi compañera.
Yo tengo que hacer unos recados y supongo que preferiría no esperar.
-¿La chica rubia platino?
-Sí, la rubia platino.
Se llama Patricia.
Patricia Márquez.
¡Patricia Márquez!
[suspiro] ¡Susú Miravelles!
Pero qué sorpresa.
¿Sorpresa?
Lo que se dice sorpresa, la mía.
Creí que después de lo de tu padre habías pasado a ser propietaria.
Bueno, es que toda propietaria tiene que hacerse cargo de su negocio.
Desde luego, sobre todo cuando pasan dificultades.
Qué mala suerte.
¿Tú sabías quién era?
Por eso se lo pediste.
Yo no sé de qué habla.
Estaba atendiendo a una clienta y esa señorita se ha acercado.
¿Cómo iba a saber yo que era amiga suya?
-Lo has hecho para fastidiarme.
-Se equivoca.
Pero en cualquier caso tampoco pasa nada, ¿no?
No hay nada de lo que avergonzarse.
Aquí están.
¿Qué te dije?
Son perfectos para ese vestido.
Bueno, para ti.
Tienes suerte de que sea un número que no usa mucha gente.
Ya verás cómo te alargan la pierna.
Que no es que lo necesites.
¿No querrás que me calce yo sola?
[suspiro] Qué graciosa estás llevando mis bolsas, ¿eh?
¿Quién te lo iba a decir?
Cuando se lo diga a las chicas en el club de campo no me van a creer.
Pienso decir a todas que vengan aquí a hacer sus compras.
Es una delicia.
Y total, si tienes que gastarte el dinero, qué mejor que hacerlo para ayudar a una amiga.
Yo también me alegro de verte, Susú.
Ha sido un placer.
¿Veinte pedidos?
Ya ve, don Emilio, al final va a resultar que no soy tan mala vendedora.
Eso sí, debería agradecerlo todo a Carmen, por no haber querido atender a esa clienta.
¿Qué clienta, Carmen?
No es que no quisiera, don Emilio, es que realmente... Bueno, puede preguntársela a señorita Miravelles si quiere.
Estaba libre, pero por lo visto a nuestra querida Carmen no le apetecía trabajar.
Una lástima, porque habría ganado unas buenas comisiones.
¿Entonces estás satisfecho con las compras de hoy?
Ahora sí puedo empezar a trabajar, y cuando lo haga, el que va a estar satisfecho vas a ser tú.
Vamos a cambiar la historia de la moda en España, ¿no es cierto?
Pero esto va a ser a partir de mañana, porque ahora lo que necesito es un baño relajante, champán, colchón de plumas... ¿Cómo que Raúl de la Riva va a pasar una noche en París encerrado en la habitación de su hotel?
Es que tengo que compensar la noche de ayer, porque aquí la señorita presente no paró hasta que le mostré los mejores rincones de la noche Parisina.
Así que si me disculpáis, este humilde diseñador.
Qué valor.
Se va a descansar.
-Hasta mañana.
-Hasta mañana.
Yo estoy agotado también, la verdad.
[chasquidos] Tienes una hora para descansar, y luego te quiero vestido para una gran noche.
Dicen que París no se acaba nunca.
Una hora.
Señorita Cristina, ¿quiere que le ayude a llevar las cosas?
-Gracias.
-Sí.
Hazle, garzón.
[suspiros] Tengo una hora, ¿quieres que hagamos algo?
Deberías descansar un poco.
Te espero en la noche con Cristina.
[suspiro] No me esperaba esto, Ana.
No pensaba que se fuera a presentar aquí.
Ya.
Esta noche voy a ir a cenar con ella, pero a la una te voy a ir a buscar a la habitación.
Y te prometo que va a volver a ser nuestra noche.
[susurrando] Te lo prometo.
Tranquilo, Pedro.
Tranquilo, tranquilo.
Tranquilo, Pedro.
Tranquilo.
Venga, vámonos.
Vamos.
[silbidos] -¿Pedro?
-¿Clara?
-¡Qué elegante!
-¿Elegantes?
No.
Bueno, como siempre, ¿no?
Sí, como siempre, que vas con tu madre a misa o tienes que salir por ahí.
¿Tú no te ibas a quedar hoy en tu cuarto?
Y yo creía que tú también tenías que trabajar.
Pues sí, sí, tenía, tenía.
Pero de repente me he dado cuenta de que he terminado todo lo que tenía que hacer antes de lo que pensaba.
-Fíjate tú qué suerte.
-Fíjate, mucha suerte.
Y no he querido ir a decirte nada porque como te encontrabas mal.
Porque me dijiste que te encontrabas mal, ¿no?
Bueno, me encontraba, me encontraba, pero ya no me encuentro mal, ya me encuentro muy bien.
Fíjate, de repente no me duele nada, tenía ganas de dar una vuelta y de ver a mis primos.
-Estás muy raro.
-Y tú estás muy nerviosa.
Ah, mira quién fue a hablar porque tú también estás muy nervioso.
Sí, pero porque tú estás muy nerviosa por eso estoy raro.
¿Qué te pasa?
Pues que anoche pensé que... ¿Que tú no te ibas con tus primos?
Sí, me voy porque llego supertarde.
Clara.
Yo te quiero.
Pedro.
Rosa María.
Risa María, tú y yo no habíamos quedado aquí, ¿eh?
Manuelito, este es tu padre.
Dile hola, anda.
Todo el camino preguntando por él, ya te da vergüenza.
¿Y tú?
No dices nada.
¿Eh?
Yo... Me llamo, me llamo Pedro.
De verdad, vaya dos.
¿A cuál más nervioso?
Dale un beso a tu hijo, anda.
-Manuelito, ¿verdad?
-Manuel.
-Ah, Manuel.
-Todos le dicen Manuelito.
Me llamo Manuel.
Pues, Manuel, te... Te he traído un detalle, como me he perdido tu cumpleaños, tus cumpleaños, pues.
Bueno, es una tontería, si... Si no te gusta lo puedes tirar a la basura o lo... O lo podemos cambiar.
Mamá, mira, una peonza.
Está muy cambiada esta casa desde la última vez que estuve aquí.
Claro que ya han pasado años.
Dígame una cosa, ¿yo a usted le he hecho algo?
¿A mí?
Nada, señora.
Eso pensaba.
Incluso creo que he sido muy generosa con usted.
-Supongo que le convenía.
-Sí.
Me convenía guardar el secreto de mi marido y por eso le di todo lo que me pedía.
Pero ahora resulta que descubro que está usted intentando hacer tratos con esa información a mis espaldas y precisamente con mi cuñada.
Yo no fui a Pilar, ella vino a buscarme.
Me importa muy poco quién fuera a buscar a quién.
Es usted empresaria, debería estar acostumbrada a estas cosas.
Uno se vende al mejor postor.
Pilar ha resultado ser muy buena postora.
¿Cuánto quiere ahora?
El doble de lo que me dio la última vez.
-Es usted un desgraciado.
-No le digo a usted que no.
¿Y por qué le voy a creer ahora?
¿eh?
¿Cómo sé que no volverá mañana por más y pasado mañana?
Pues no lo sabe, pero tendrá que asumirlo, ¿no?
Porque lo otro es que yo le cuente a Pilar todo lo que sé.
Mañana por la noche.
[radio tocando] [inspira y exhala] Este sí que sí, Ana.
Harris New York Bar.
En este me dijo Raúl que inventaron los Bloody Marys.
Imagínate, nunca he estado en un sitio donde hayan inventado algo.
Rita, que no te parezca mal, pero prefiero esperar aquí a Alberto.
¿Me vas a decir que Raúl me ha dejado una lista con los mejores clubes de París y tú vas a decir que no a todos?
Pues nada, el apasionante hotel nos espera.
¿Y entonces para qué querías bajar?
Señoritas, buenas noches.
Qué guapo estás.
Tú sí que estás guapa.
Madre mía.
-¿Vais a salir?
-Ojalá.
Nos vemos a la 1:00.
Ana, mira.
-Fíjate qué corte.
-Uy, qué bonito, ¿eh?
[♪ Stéphane, Christian & Yves: "Quand La Nuit Revient"] Buenas noches.
-¿Qué tal?
-¿Pues que te parece?
Estás... [Cristina ríe] Esa es justo la reacción que esperaba.
Es muy bonito.
¿Estás listo?
Me he pedido un taxi.
Vamos.
Que disfrutéis de la noche, chicas.
-Gracias.
-Gracias.
Pues bien, mirad, tampoco era para tanto, ¿verdad?
[♪ música jazz suave] ¿Tú tomas?
No me apetece nada, pero gracias.
No te he preguntado qué te apetece, te he preguntado qué tomas.
A mí no me gusta beber solo.
-¿A ti?
-Un San Francisco.
Un Manhattan mejor, Clara.
-¿Por qué no?
-Perdone.
Un Manhattan para la señorita, por favor.
Ahora es cuando me cuentas lo que te pasa.
-Mmm-mmm.
No.
-¿No?
-Un mal día, nada más.
-Esto promete.
Ya te he dicho que sí a la copa.
No sigas tentando la suerte.
En eso consiste mi trabajo, Clara.
Pero ahora estamos en horas libres, ¿no?
Esta noche estás muy guapa, Clara.
Estoy como siempre.
Tal vez eso quiera decir que estás muy guapa siempre.
Y cada vez que te veo solo pienso en que me encantaría repetir.
Pero lo que no entiendo es por qué no lo hace.
Porque una cosa es que yo tenga dudas de si quiero casarme o no con él.
Pero otra, muy diferente, es que diga que se lo está pensando, que se está pensando o qué.
¿Eh?
Se supone que soy yo la que no está segura de querer casarse.
No entiendo.
¿Habrá pasado algo y yo no me he enterado?
Eso me pregunto yo.
[toques a la puerta] Creí que no volvería a verte con el uniforme.
Me lo he pensado mejor.
Supongo que podría decirte que me alegro, pero prefiero esperar un poco más de tiempo para saber si me alegro de verdad.
Me he equivocado, doña Blanca.
Alguien me dijo que hay decisiones en la vida que lo cambian todo.
No quería que esta fuera una de ellas.
Buenas noches, hijo.
[suspira] ¿Te has vuelto, loco?
No puedes estar aquí.
Tengo que hablar con usted.
¿Qué ocurre?
[♪ música triste] Mi nombre es Maximiliano Expósito.
Tengo 23 años y me crie en el orfanato Virgen del Carmen.
Donde mi madre me dejó poco después de nacer.
Nunca supe quién era.
Me abandonó en mitad de la noche sin dar ningún dato ni dejarme ningún objeto con el que pudiera ir a buscarla.
Cuando tenía siete años conocí a Eduardo.
Su madre también la había abandonado y él estaba dispuesto a encontrarla.
Sabía su nombre.
Blanca Soto Fernández.
Y tenía un colgante que ella misma la había colocado antes de dejarle a la inclusa.
Siento haberle mentido.
¿Dónde está mi hijo?
Falleció hace tres meses.
¿Falleció?
Me entregó el colgante y me pidió que la buscase.
Y tú viste la oportunidad de sacar provecho, ¿no?
Vi la oportunidad de cambiar mi vida.
Y créame que no ha sido una vida fácil.
¿Y crees que la mía lo ha sido?
¿Por qué estás haciendo esto?
Porque no se puede empezar de cero con una mentira.
Porque me da igual lo que digan los demás sobre usted.
Es una buena persona.
No se merece esto.
[♪ continúa música triste] [pasos acercándose] Veo que tu herida está mejor.
Tengo que entrar cierro en cinco minutos y mejor será que no le dé a doña Blanca.
Sí, ya he visto que se ha convertido en tu mayor defensora.
Pero creo que teníamos una conversación pendiente, después de la que tú has tenido con mi esposa.
¿Qué creías, que no sabía nada?
¿Que no me lo iba a decir?
Lo siento mucho si le he causado algún problema.
¿Qué pensarías tú si yo le dijese a tu esposo la otra visita que me hiciste en la pensión?
Don Francisco, por favor... Creo que después de lo que ha pasado.
Puedes tutearme, ¿verdad, Luisa?
A ver, ¿qué crees que pensaría tu marido?
Por favor, eso no, ¿eh?
Se lo pido, por favor.
¿Crees que te mereces que yo te haga algún favor, después de cómo te has comportado?
No lo ha dado, por favor, por favor.
[♪ música dramática] Parece sorprendido.
Demasiado sorprendido.
El sitio no es para menos, ¿no?
No, pero es un poco raro que te sorprenda tanto teniendo en cuenta que no es la primera vez que vienes.
[habla en francés] No te he dicho nada porque no quería estropearte la sorpresa.
Habló el suficiente francés como para entender los cuchicheos del servicio.
Algo decían de que el caballero repite mesa, pero cambie de acompañante.
Y por la manera en la que hablaban entiendo que viniste con una mujer.
Alberto, no necesito ser la primera mujer con la que vienes aquí.
Me basta con ser la primera con la que has venido y de la que estás enamorado.
Me encontré con una vieja amiga y me propuso venir aquí y no... No me ha respondido.
-No.
-¿No?
¿No qué?
Que no estoy enamorado de ella.
[respiración suave] Alberto, no vuelvas a mentirme.
No hace falta.
Ni siquiera para ahorrarme un disgusto.
Prefiero llevarme el disgusto.
Y ahora vamos a pedir un vino.
Dicen que tienen la mejor carta de vinos del mundo.
Claro.
"Antes de que deje de estar fría estaré de vuelta".
Pues para mí que esto ya, frío, frío, como que no está.
¿Qué hora es?
Mi madre decía que cuanto más miras el reloj, -más despacio pasa el tiempo.
-Ay, ya lo sé.
Es que no puedo dejar de pensar que está por ahí con ella.
Pues ya ves.
Así llevo yo toda la vida.
Llevo enamorada de Pedro desde que el conocí.
Pero él está enamorado de mi hermana.
¡Hala!
Pues ya lo he dicho.
Solo me ha costado cinco años.
Y ahora que sabemos que somos dos desgraciadas, ¿qué hacemos?
-¿Sabes lo que vamos a hacer?
-¿Qué?
Coge la carta del servicio de habitaciones.
¿No dijo Alberto que me invitaba a cenar?
Pues pide un poco de todo.
Y vamos a brindar.
Tú para que olvides a Pedro y encuentres un novio ya.
Ea.
Y tú para que no pienses en lo que estaba haciendo Alberto.
Ea.
Venga.
-¿Puedo pedir langosta?
-Lo que quieras.
Qué bien.
Y esta por mi hermana y por su futuro marido.
Pedro, mi cuñado.
Porque sean muy felices.
-¿O no?
-Rita Que no pasa nada.
A mí me da igual.
Si Pedro quiere casarse con una mujer que no le quiere, pues peor para él.
¿Me voy a preocupar yo aquí que estoy encantada de la vida en París?
Vamos hombre.
¿No estás tú encantada de la vida?
Si es que el chamán es alegría.
¿Sabes lo único que nos falta?
Si quieres llamó al garzón.
Y que se una.
-Buena idea.
-Rita, que no.
Rita, que no.
Que no.
¡No se te ocurra qué!
¿Sabes qué hora es?
Las 2:00 o las 3:00.
La hora perfecta.
Que seguro que no han vuelto todavía la cena, ¿eh?
Que aquí las cenas duran muchísimo.
¿No ves que tienen la manía de ponerse a comer queso al final?
Pero vamos, que debe estar muy mal, ¿eh, Ana?
Pero que muy mal no como nosotras que estamos aquí encantadas de la vida, ¿verdad?
Me voy a chupar un poquito.
Me, me duele la cabeza.
Un poquito.
[♪ Leo Nissim: "Quand Paris Est a L'Eau"] ¿Y el rojo?
No.
¡El Tom Collins!
¡Mmm!
¡Qué cosa más rica!
¡Me encantaría bañarme en Tom Collins!
Ay, aunque si sigo así, no voy a caber dentro del vestido de novia.
¿Y la cara que ha puesto el camarero cuando le has pedido otra?
Es que es lo mejor que he probado en la vida.
Bueno, lo segundo mejor.
[♪ continúa Leo Nissim: "Quand Paris Est a L'Eau"] Gracias por una noche maravillosa.
Pero si lo has preparado tú todo.
Señorita, su parada.
Señora de Márquez.
No vamos a hacer un mundo de un tecnicismo, ¿verdad?
No.
Cristina...
Ya has bebido demasiado.
Mejor.
[risitas y chitón] [murmullos] ¿Adónde vas?
[murmullos] Cuidado.
Cuidado.
Ey, dame la llave.
-Cristina, dame la llave.
-No, no, no.
[Cristina ríe] -¿Qué?
-Vamos a usar la cabeza, por favor.
Esa es la única parte de mi anatomía que no pienso usar esta noche.
[portazo] ¿Qué ha pasado?
Nada, Rita, duérmete.
A ver, vamos a hablar, por favor.
¡Hablar!
¡Qué aburrimiento!
Bla, bla, bla, bla, bla... ¿Dónde vas?
-Has bebido demasiado, ¿no?
-Mejor.
Nada más alcohol por hoy.
¿Qué?
No.
Voy un momento al baño.
[♪ Per Bluitgen & Yannick Kalfayan: "Ile Magique"] Ana.
Ana.
Ana.
Ana, abre.
[toques a la puerta] Ana, abre.
Ana.
No vas a abrirle.
¡Ana!
[toques a la puerta] ¡Ana, abre!
¡Ana!
[♪ Per Bluitgen & Yannick Kalfayan: "Ile Magique"] -Pídele a otro.
-¿Podemos hablar un momento?
-No.
-Yo no te estoy traicionando, Ana.
Yo me estoy sacrificando por nosotros -porque tú me lo pediste.
-Lo siento.
-Yo te quiero, Ana.
-Y yo, pero ya no es suficiente.
Me tengo que alejar de Cristina, Mateo.
No sé qué me está pasando.
Cristina es una mujer atractiva, divertida.
Puede ser a cualquier sitio sin la necesidad de esconderse.
-¿Pensáis si Ana no existiese?
-¿Alguna novedad?
Pedro me iba a pedir que nos casáramos.
¿Y tú quieres que te lo pida?
Luisa, tienes una visita abajo.
¿Juan?
¡Madre mía!
¡Que me han dado el alta!
Ven que la enfermedad se ha remitido del todo.
Es un hombre muy generoso.
Abandonar el hospital cuando aún está enfermo es todo un detalle por su parte.
-Me han dado el alta.
-¿Eso es lo que te ha dicho?
Doña Blanca.
Doña Blanca, ¿se encuentra bien?
¿De verdad quiere recuperarse?
Porque no lo va a conseguir hasta que no deje salir lo que lleva escondido ahí dentro.
Si quiere podemos seguir haciendo como que yo no sé lo que le pasa.
Pero le aconsejo que haga algo por remediarlo.
Venga, hasta esta noche.
¿Con quién has quedado tú esta noche?
Con mi, con mi primo, Roberto.
-Ah, con tu primo.
-.Sí.
-Era Rosa María, ¿verdad?
-¿Cómo lo sabes tú?
Pues porque no soy tonta, Pedro.
No tienes por qué sacrificarte para estar conmigo.
¿Cómo?
Yo no... Perdona, ¿lo dices porque para ti es un sacrificio estar conmigo?
Pues la verdad es que no lo sé, Pedro.
¿De dónde ha salido este niño?
Me llamo Manuel, pero me puedes llamar Manolito.
Es mi hijo.
"Si no quiere ver estas fotos en los periódicos, deja un maletín con 100 000 pesetas en la calle Alcalá 158.
Voy a las 10 de la noche".
No puedo más, Ana.
Estoy harto.
Por favor pídeme que no las pague y te juro que se acabaron nuestros problemas.
No tengo que fingir que me voy a casar con Cristina.
Tú no tienes que esperarme en un hotel mientras me voy a cenar con ella.
Se acabó.
Se acabó todo.
Support for PBS provided by: